
Como escuela nos proponemos compartir un sistema normativo claro y flexible, que ordene nuestra práctica concreta y por el que cada integrante sienta la pertenencia y el compromiso para con la institución.
El acento no está puesto en la enseñanza sino en el aprendizaje. Todas nuestras estrategias pedagógicas toman como punto de partida a los alumnos, lo que ellos saben y el contexto donde desarrollan su vida cotidiana. Las preocupaciones e interrogantes de los alumnos son un punto importante de referencia para la organización de proyectos y actividades. Lo consideramos así porque ésta es una manera de ayudar a la formación de un individuo autónomo, interesado por resolver sus inquietudes y preocupaciones, y tomar la palabra del otro con espíritu crítico. La escuela es entonces, para nosotros, un espacio de búsqueda.
Proponemos un proceso de enseñanza y aprendizaje integral que instruya, desarrolle y eduque al estudiante. Didácticas que coloquen a los alumnos en posición activa en la búsqueda del conocimiento, que le permitan interactuar reflexivamente, argumentar, discutir puntos de vista, establecer nexos, aplicar el conocimiento; generar suposiciones, elaborar y resolver problemas, valorar, planificar, controlar y evaluar las actividades realizadas.
Consideramos, además, que es necesario promover un ambiente de seguridad y confianza que facilite un clima grato y distendido que permita trabajar con comodidad y discutir en libertad.
Los adolescentes, principales protagonistas del acto educativo, se forjan como individuos a través de identidades y diferencias, y en este proceso adquieren mayor autonomía y más responsabilidades. Porque queremos incidir de manera positiva en esta transformación es que pensamos que el conocimiento no puede reducirse a una mera lista de contenidos que, por descontextualizados, ajenos y sin significancia social alguna, impiden construir el marco conceptual necesario para comprender la realidad y operar sobre ella.
Creemos que la escuela debe ser una comunidad de vida democrática, única vía posible para que la educación, entendida como continua reconstrucción de la experiencia, garantice la reelaboración reflexiva y crítica de la cultura sobre la base del diálogo y la participación activa de los actores involucrados en el proceso educativo.